El proyecto El camino del Fantasma consta de tres encuentros con los alumnos en el aula.
Aquí te dejamos una planificación modelo para que puedas implementar el proyecto con tu alumnos.
Taller de leyendas urbanas en tres encuentros
En el primer encuentro contamos cuentos. Hacemos una ronda, presentamos la actividad y empezamos a contar: “Hace muchos años en la lejana Corea un campesino soñaba con tener una hija mujer”. Así comienza La hermana zorro, una oscura leyenda coreana que explica el origen de los mosquitos. Buscamos en el relato las marcas que lo hacen pertenecer al género de la Leyenda: explicación de un fenómeno, tiempos y espacios humanos que comparten los personajes y los oyentes.
Aproximamos una definición de Leyenda[1] y la ponemos a prueba con el siguiente relato narrado: La chica de blanco, Leyenda urbana de la ciudad de Rosario. Una versión de la historia de la muchachita vestida de blanco que aparece en las cercanías de los cementerios llorando y convocando el interés de algún joven solitario. En la mayoría de las versiones los jóvenes conversan, se gustan e intercambian alguna prenda (un pañuelo, una campera o un paraguas) antes de despedirse. Amargo es el desencanto del muchacho cuando intenta acreditar un segundo encuentro y algún familiar, usualmente los padres de la chica, le cuentan que su hija lleva varios años muerta. El relato finaliza con una visita cementerio y el hallazgo de la prenda ofrendada sobre la sepultura de la joven; la formula de cierre suele dejar alguna advertencia para los jóvenes que se alejan de sus grupos de amigos y caminan solos por las zonas lindantes al cementerio.
Esta historia repercute en el acervo oral de los alumnos, les suena, conocen versiones y las cuentan. Se arma una ronda de cuentos. Comparamos las características en común de las distintas versiones y las vinculamos con la definición de Leyenda. El tallerista de Escuelas Lectoras incorpora a la ronda una o dos leyendas urbanas más; estas, a su vez, convocan nuevas historias de los alumnos.
El encuentro se cierra sistematizando y formalizando las marcas que distinguen a la Leyenda Urbana dentro de la familia de las Leyendas en una serie de preceptos y definiciones[2].
En el segundo encuentro los alumnos traen sus historias: leyendas urbanas y leyendas camperas; oídas a parientes y amigos de la Ciudad, del interior y de países limítrofes. En todas las historias se repiten las marcas del género: un verosímil fuerte, reforzado por los espacios en común que comparten personajes, narrador y oyentes; un testigo más o menos cercano que confirma los hechos; la explicación de un fenómeno o una advertencia como intención final del relato.
Promediando la ronda de cuentos trabajamos sobre la siguiente pregunta: ¿Cuál es el origen de las Leyendas Urbanas? Reflexionamos sobre la transmisión oral del material folclórico y sus reposiciones en la literatura, el cine y la televisión.
Hacia el final de encuentro proponemos oralmente la siguiente consigna: inventar en grupos un relato que responda a las marcas del género Leyenda Urbana trabajadas a lo largo de los encuentros, con el objetivo de plasmarlo en un archivo de audio. La consigna queda planteada para ser desarrollada durante el encuentro siguiente.
El tercer encuentro está dedicado íntegramente a la producción del material. Destacamos que se trata de una actividad de producción oral. Los alumnos que se sientan más cómodos transcribiendo un esquema de la historia en papel podrán hacerlo, pero lo fundamental es que puedan construir y trasmitir una Leyenda Urbana de manera oral.
Iniciamos la actividad dividiendo a los alumnos en grupos y proponiéndoles tres disparadores posibles para iniciar la producción del relato:
1) Mesa de libros: invitamos a los alumnos a explorar una mesa de libros preparada por los talleristas del programa. La selección de libros está conformada por distintas antologías de cuentos folclóricos y algunos volúmenes con cuentos de autores, fundamentalmente del género fantástico. Luego de la exploración cada integrante del grupo elige algún cuento para compartir con el resto. Entre todos seleccionan un cuento que servirá de base para la producción final.
La propuesta es adaptar o, mejor dicho, recontar la historia elegida como si fuera una leyenda urbana. Para esto será necesario revisar las marcas de género estudiadas y modificar la historia de modo tal que satisfaga esas marcas. En algunas ocasiones, los alumnos propusieron integrar personajes o motivos de cuentos maravillosos o fantásticos en historias originales.
2) Reelaboración de un relato trasmitido oralmente: los alumnos también pueden optar por basar su producción en alguna de las Leyendas narradas en encuentros anteriores o en relatos contados por compañeros dentro del grupo.
3) El juego de las cinco preguntas[3]: Este juego propone la construcción de una trama a partir de la respuesta a cinco preguntas: ¿Quién es?, ¿Dónde está?, ¿Qué hace?, ¿Qué respondió la gente? Y ¿Cómo terminó todo? Cada alumno del grupo recibe y contesta una pregunta en secreto. De la unión de las cinco respuestas surge una historia sencilla que habrá que enriquecer hasta hacerla cumplir los requerimientos de la consigna.
Una vez que los relatos están terminados los alumnos eligen en que modalidad van a grabar la producción. Algunos grupos eligen uno o dos alumnos que narran la historia frente al micrófono de la Netbook; otros, con la ayuda del tallerista, graban la historia en formato de entrevista.
Todas las producciones son grabadas en la misma maquina. Al final del taller, el docente recibe las producciones (en un pen-drive o adjuntas en un mail). Queda a criterio del docente implementar alguna instancia de devolución en dónde los alumnos puedan escuchar las producciones de sus compañeros. En algunas ocasiones, a pedido del docente, organizamos un cuarto encuentro en el curso para oír y compartir las historias entre todos.
Aquí podés escuchar algunas de las producciones de los alumnos que participaron del taller.
Aquí podés leer algunas leyendas urbanas escritas por alumnos de la Ciudad:
Tallerista: Juan Martín Tapia.
Grabación y edición: Alejandro Gómez Ferrero
Coordinador del Programa Escuelas Lectoras: Diego Carballar.
[1] “Las leyendas, a semejanza de los mitos, son consideradas verdaderas por el narrador y su público, pero se ubican en un período considerado menos remoto, cuando el mundo era como es hoy, los elementos de localización temporal y espacial son frecuentes; gran número se caracteriza por explicar el origen o la causa de algo: accidentes y fenómenos naturales, animales, plantas, el hombre y sus instituciones, nombres de lugar, por eso se los denomina explicativos o etiológicos.” Chertrudi, Susana (1966); El cuento folklórico. Centro Editor de América Latina. Buenos Aires
[2] Las leyendas urbanas (L.U.) también son consideradas verdaderas por el narrador y su público, además de ubicarse en un escenario urbano plenamente reconocible por ellos. Su propósito central es advertir sobre los riesgos que encierra vivir en una ciudad y además explicar ciertas creencias y prejuicios propios de los barrios o del ámbito ciudadano en general. Por lo tanto, son fuertemente admonitorias y en menor medida, explicativas.
[3] Para una descripción más detallada de esta consigna y de otras consignas de la llamada Escritura sin riesgos, ver: RODARI,G., Gramática de la fantasía, Buenos Aires, Coliuhe, 1997.